Por Alejandro Fischer
Siempre fue inquieta. Estudió arquitectura pero dejó, jugó al tenis, practicó golf, es una cinéfila empedernida, también se dedica a la pintura artística, y además trabajar como agente de carga internacional. A los 43 años Cintia Fotia (47, leonina, madre de 2 hijas de 23 y 21) decidió salir de cierta zona de confort y empezar un nuevo desafío, andar en moto.
“¿Por qué? Porque me encantan las películas que transcurren en rutas y en particular la 66. Busco mi destino es mi preferida. Unos años atrás, hablando con unos amigos, surgió la idea de recorrerla en moto pero como no sabía manejar les pedí que me esperaran un año”.
En principio, sus amigos aceptaron mientras ella buscaba quién le diera lecciones. Dio con unos pibes que enseñaban en un parque público. “Era algo improvisado pero me sirvió, recuerda. Lo peor fueron los 15 días arriba de un scooter, suspensión corta y rueda chiquita”.
Sus intenciones casi naufragan cuando, en las últimas clases, un colectivo le pasó muy finito. “Me asusté y pensé que no iba a poder seguir”, confiesa. Pero superó ese momento y al poco tiempo se compró su primera moto, una Kymco Venox 250, un modelo custom con un diseño bastante particular.
Finalmente, cuando estuvo en condiciones de manejar sola y fue a buscar a sus amigos para recorrer los casi 4.000 kilómetros de la mítica ruta estadounidense que va desde Los Angeles hasta Illinois, éstos le dijeron que no.
Lejos de renunciar a su idea, Cintia convenció a una familiar, Lorena, y juntas hicieron el recorrido arriba de una Harley-Davidson Sportster 1200. “Ese fue mi verdadero bautismo en moto”, asegura.
A partir de esa experiencia, le tomó el gustito a recorrer rutas durante varios días y en 2016 volvió a Estados Unidos con su pariente para rodar la también legendaria Autopista Uno, en California, sobre la costa del Pacífico. Pero esta vez la acompañante se mareó con tantas curvas en altura y decidió bajarse. Cintia, otra vez, siguió sola junto con otros motociclistas, también arriba de una Harley.
Cuando volvió no lo dudó y se compró una H-D Sportster Nightster 1200 que encontró en Mendoza. “Hice un curso de mecánica como para conocer los temas más elementales, compré un tanque abollado, lo hice arreglar y lo mande a decorar como lo ves, con un diseño inspirado en el sarape mexicano”, explica.
Desde entonces, cada vez que puede se hace una escapada larga. Así llegó hasta Córdoba, Bariloche, Merlo, Mendoza, La Rioja, Catamarca, San Juan y hasta Uruguay.
“Me encanta la previa, desde revisar la moto hasta preparar la ropa, y la noche anterior. Pero creo que lo mejor son las anécdotas que quedan. Para mí, cada viaje es como vivir una película de aventuras”.
El próximo viaje de Cintia ya tiene destino y fecha, recorrer los 5.000 kilómetros de la Ruta 40 desde La Quiaca hasta Cabo Vírgenes, en marzo del año que viene. “Hay veces que me siento como algún personaje de Uma Thurman”, revela .De hecho, a su moto le puso Beatrix, como el personaje de la actriz en Kill Bill.