Una nueva divisional de eléctricas acompañará al mundial de MotoGP en cinco fechas del calendario 2019. Sebastián Porto ya probó un ejemplar en Termas.
Por Gonzalo Di Gregorio
La energía electrica parece tener la pole como la alternativa líder para reemplazar al combustible fósil y los motores de explosión. Sin dudas, es el camino por excelencia que toma hoy en día la industria para dejar atrás a las emisiones de gases contaminantes, aunque todavía sorprendan algunos desarrollos puntuales de impulsores basados en otras tecnologías, como la utilización de hidrógeno.
Y aunque muchos románticos ya reclaman por la pérdida del sonido en las carreras, el deporte motor no es ajeno a esta transformación. Así fue que nació, primero, la Fórmula E: la categoría global de monoplazas enchufables avalada por la Federación Internacional del Automóvil (FIA), que recorrió Puerto Madero en dos ocasiones. Ésta nació en 2014 con la premisa de contribuir al progreso de la propulsión eléctrica, y corre casi exclusivamente en circuitos callejeros para acercar el automovilismo a las nuevas generaciones y hacer alarde de su suave pero inconfundible zumbido. Al momento de su lanzamiento, muchos dudaron de su continuidad a mediano plazo, pero este certamen actualmente goza de buena salud, ya que en la próxima temporada contará con la inclusión de una buena cantidad de fabricantes. Asimismo, el Mundial de Rallycross (sancionado por la misma autoridad) y un nuevo certamen internacional de karting también anunciaron la utilización de este tipo de motores.
Advertida de este fenómeno, Dorna, la empresa organizadora y poseedora de los derechos comerciales y de difusión del Continental Circus, presentó en febrero a la MotoE, divisional que acompañará al Mundial de Velocidad en cinco rondas europeas del próximo año y tendrá carácter de Copa del Mundo con el sello de la FIM (Federación Internacional de Motociclismo). Ésta seguirá los mismos pasos de su equivalente de cuatro ruedas y por ello debutará como una monomarca, ya que todos los equipos participantes competirán con la Ego, la superbike del fabricante italiano Energica que fue elegido como proveedor. Con sus 145 CV de potencia y 200 Nm. de torque, la misma es capaz de alcanzar los 100 km/h. en 3 segundos y de llegar a una máxima controlada de 240 km/h., aunque el experimentado francés Sylvain Guintoli ya pisó los 270 en la larga recta del Circuito de Almería, durante un ensayo sin limitador. De todos modos, esta cifra todavía es lejana a las velocidades que entregan las máquinas de 1000 cc. del MotoGP.
En plan de difundir esta nueva competencia, la organización del mundial está realizando varias pruebas y vueltas de exhibición (o demo-laps, como las dieron a llamar) con esta moto en distintas fechas del presente calendario, siempre de la mano de grandes nombres de este deporte. Así fue que antes de la primera final del año de la categoría reina, disputada en Qatar, el rider neozelandés Simon Crafar salió a pista para demostrar el potencial de este prototipo. De la misma manera, en la pasada cita de Termas de Río Hondo, fue Sebastián Porto quien tomó el manillar para girar sobre el asfalto santiagueño. El piloto argentino, que fuera subcampeón mundial de la clase de 250 cc. en 2004 con el team Repsol-YPF/Honda, aprovechó la ocasión para saludar una vez más al público connacional y realizar algunas tiradas. Su última vez frente a estas tribunas había sido en 2014, cuando empleó la ronda local para darse el gusto de correr sobre una Moto2.