Indian Scout Bobber: la dama de la noche

Volvió la mítica marca estadounidense. Y esta custom es uno de sus modelos más atractivos, por diseño, casi no tiene cromados, y por prestaciones, entrega 95 CV.

Por Chiche Caldarella

La historia de más de 100 años de Indian está jalonada, en partes casi iguales, por exitosos productos que marcaron hitos, tanto en lo comercial como en lo deportivo, como por vicisitudes y problemas empresariales.

La marca fue fundada en 1901 -2 años antes que su archirrival Harley-Davidson- en Springfield, Massachusetts, por George Hendee y Oscar Hedstrom. Siempre tuvo que enfrentar dificultades. Como cuando en la Primera Guerra Mundial, H-D le ganó el mercado durante varios años porque los de Milwaukee tenían mejores influencias en el gobierno.

En su trayectoria, Indian pasó por varias manos, le robaron los derechos de marca, quebró 2 veces, tuvo que mudar su sede original varias veces, y hasta vendió modelos fabricados en Italia con motores Minarelli, entre otras situaciones menores.

Sin embargo, en medio de tantas desventuras, y como si el mítico indio que guía cada moto desde el guardabarros fuera el auténtico dueño e impulsor de la marca, fue acumulando adelantos tecnológicos, récords deportivos y modelos emblemáticos que se mantienen por décadas como Chief, Four, Big Chief, o Sport Scout. Desde 2011, Indian está en manos del gigante Polaris y con una tercera nueva sede en Spirit Lake, Iowa.

Indian fue la última de las grandes marcas de motos en llegar a la Argentina con los modelos Scout, Scout Sixty, y Scout Bobber. Y esta última es la que probé pocos días atrás.

Sin lugar a dudas es la más elegante y seductora de las tres gracias a sus líneas clásicas pero actualizadas y a su color negro mate pintado en casi todas las partes de la moto. A primera vista, la Scout Bobber me intimidó. Me encontré frente a una moto oscura, voluminosa, parecía pesada, difícil de maniobrar con mi altura de 1,62 y 67 kilos de peso. En fin, me preparé para un desafío.

Sin embargo, al sentarme me sorprendió lo fácil que pude enderezarla. El asiento calza muy bien. Busqué colocar la llave en el frente del manillar pero ahí no va. Esta moto tiene el contacto en el costado izquierdo del motor entre ambos cilindros con 2 pequeños arcos que protegen la llave.

La altura del asiento al piso de 65 cm me permitió apoyar completamente los pies sin problemas. Creo que es muy apropiada para las mujeres porque el estilo y características de la moto hacen que ellas se puedan adaptar rápidamente a la conducción.

Otra curiosidad para mí, muy acostumbrado a las motos de pista, fue la postura para rodar, con los brazos adelantados y piernas estiradas hacia delante. El manillar, si bien es ancho, me resultó cómodo. Tras el arranque tuve otra sorpresa, el sonido salió potente pero suave, muy domesticado.

Si bien el tablero mantiene el estilo minimalista de los años 40 o 50 carece de un indicador básico, en particular para un país como la Argentina, como es el marcador de combustible. Sólo enciende un testigo amarillo cuando se entra en reserva. Los 12,5 litros de capacidad del tanque se agotan rápido.

A pesar de lo tosco que podría parecer un bicilíndrico en V de casi 1200cc como este, la salida resultó suave, sin tironeos ni sacudones. Y si bien la moto pesa 255 kilos, apenas al salir se pone muy liviana y ágil para manejarla.

En este aspecto, juega un rol muy importante un chasis de aluminio muy bien diseñado, y un motor ubicado bien abajo lo cual genera un centro de gravedad que permite llevarla con facilidad.

Al ver los neumáticos tuve la impresión que iba a ser complicado manejarla, en particular por el volumen de la rueda delantera. Sin embargo, al rodar tuve la sensación de tener un buen control sobre la dirección.

La suspensión delantera, con horquilla telescópica tipo cartucho es de corto recorrido, 120 mm, pero tiene la carga del resorte calculada para que al frenar no haga tope permitiendo una acción firme. El freno delantero tiene un solo disco de 298 mm con pinza de 2 pistones, demasiado justo para detener una inercia que carga con 255 kilos de peso y 95 CV de potencia.

Por su parte, la suspensión trasera, con un amortiguador a cada lado, tiene un recorrido más corto aún, 50 mm, que marca intensamente las imperfecciones del camino y que el piloto las siente en su humanidad. A pesar de las irregularidades del piso la moto siempre se mantiene derecha. Ninguna de las suspensiones es regulable.

El freno trasero tiene un disco de la misma medida del delantero pero con mordaza de un solo pistón, y es una buena ayuda para complementar al solitario delantero. De serie, ambos disponen de ABS.

El motor bicilíndrico en V a 60° de 1.133 cc y 95 CV de potencia a 7.300 rpm con inyección electrónica y refrigeración líquida, es el gran protagonista de esta Scout Bobber gracias a su contundente presencia, color y detalles como por ejemplo los perfiles del aluminio pulido que contrastan con el negro mate.

Y luego sigue su tremenda potencia que la entrega desde bajo régimen administrada muy bien por una caja de 6 marchas. Por ejemplo, en sexta a 2.000 rpm, el motor es capaz de acelerar progresivamente hasta alcanzar una velocidad crucero sin necesidad de bajar cambios.

En todo momento se nota la potencia del motor. A bajas revoluciones casi no hay vibraciones, en cambio a partir de las 3.000/3.500 rpm se comienzan a percibir.

La veo como una custom que exhibe un estilo urbano y actualizado más apropiado para un público joven que no busca los interminables viajes por ruta descubriendo el mundo sino para el día a día o paseos de fin de semana.

 

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