La primera experiencia de Carolina fue a los 12 años con un ciclomotor de su madre. Su compañera empezó hace 5 años casi obligada. Hoy, ambas comparten diariamente las 2 ruedas.
Por Alejandro Fischer
Mona suele levantarse tarde, después de las 10.00. Salta de su aposento, va hasta el ventanal del departamento donde vive en Villa Urquiza y mira hacia la calle. Algunas veces masculla una protesta pero sólo por costumbre, no hay una razón valedera. Hace un desayuno frugal, generalmente comida natural con un poco de leche. Después se repatinga en el amplio sillón del living y espera que Carolina Puppo, su fiel compañera de aventuras, se levante, casi siempre una hora después que ella.
Mona y Carolina tienen varias cosas en común, el gusto por dormir, el pelo oscuro y ensortijado, ambas van por la vida bastante relajadas, les gusta mucho viajar, pero lo que más les divierte es andar en moto.
Las dos usan la Suzuki GN125 que Carolina compró cero kilómetro en 2013 y a la que le puso Luna de nombre. “Primero vi una Honda V-Men pero como la iban a dejar de fabricar me incliné por la Suzuki que estaba dentro de mi presupuesto. Si bien la cuido, nunca tuve ningún problema. Ahora me gustaría pasar a una 250 o 300 con ABS para tener más reacción y seguridad”, cuenta la chica.
Carolina la usa para llegar más rápido y no perder tiempo en estacionar a sus clases de Marketing Digital en la sede de la UTN en Medrano y Córdoba, a su trabajo en un diario en Lomas de Zamora y a la casa de sus padres en San Isidro. “Si tuviera que ir con el auto tardaría el doble de tiempo, y en colectivo sería casi imposible”, evalúa.
El caso de Mona es más sencillo, ella se deja llevar sin problemas y nunca tiene apuro.
Mona y Carolina llaman la atención cuando ambas están en la moto, por ejemplo detenidas en un semáforo. Muchas veces las miran con curiosidad y hasta reciben algún comentario, siempre simpático.
Mona es una fanática de las dos ruedas. Siempre viaja metida en un bolso o una mochila aunque no usa casco sólo unas antiparras que Carolina utiliza para bucear.
“Cuando ve que me estoy preparando para salir o que agarro el casco va a la cochera y se para al lado de la moto, y cuando llegamos no se quiere bajar”, cuenta la orgullosa dueña de Mona, una caniche toy de 8 años que bien merecería el título de Miss Motocan.