lega en solitario a una estación de servicio en medio de una autopista interminable. Hasta ese momento nada que llame la atención más allá de la moto, una poderosa BMW K1300, impecable . Pero la sorpresa llega casi al instante.
Quien monta se saca elcasco y una larga cabellera oscura, ligeramente ensortijada, se mueve de un lado al otro hasta caer suavemente sobre los hombros y la espalda. Es una mujer alta, estilizada, canchera pero con naturalidad sobre esos 175 caballos de potencia. Otro motociclista se acerca y le sugiere ir juntos hasta el mismo destino final. Peroella rechaza la oferta. “Gracias, viajo sola”, no duda. En segundos, moto y mujer desaparecen de la vista.En el destino final ambos vuelven a coincidir.
Pero esta vez no hay apuro. “Siempre viajo sola. Soy absolutamente independiente y trato de arreglármelas porque, en definitiva una
está sola en la vida”, definición que calza perfecta con la vida del motociclista: ella, o él, y su moto. Y casi que tiene razón, el vehículo ni siquiera
tiene auxilio en caso de pinchadura. Después del tipo de moto que conduce -pesa 254 kilos y su velocidad final es de más de 200 km/h- llama la atención la altura de la chica, 1,80, y su delgadez. “Mi papá también es alto”, advierte, y agrega, “a los 14 años empecé a modelar. A los 20 fui a trabajar afuera y estuve en Nueva York, París, Tokio desfilando alta costura”.
La chica se llama Virginia Guidetti (29) y las fotos en Google certifican su paso por infinidad de pasarelas y
producciones publicitarias del más alto nivel para marcas como Christian Dior, Stella McCartney o Lanvin. Lejos de los estereotipos del modelaje,
Virginia confiesa “Me podría haber ido mucho mejor, tenía buenas posibilidades, pero la alta costura es muy exigente. Me esforcé varios años pero igual no llegaba a estar perfecta. Siempre te queda como un asunto pendiente. Pero la verdad si no me obligué era porque no me apasionaba”. Lo que sí le apasiona son las motos. Y desde chiquita. Su primer recuerdo se remonta a los 5 años “con una Zanellita 50. Esperaba que se vayan a dormir la siesta para tratar de arrancarla. Y a los 12 iba a la escuela con una Kawa 100.
Mi papá, Federico, me enseñó”. Cuando volvió de Japón, en 2009, su padre compró una Harley Sportster 883 Custom, “la usamos los dos”, y hace un par de años se compró la BM. Ambas las usa todo el tiempo para ir desde San Lorenzo (Santa Fe, en donde vive), hasta Buenos Aires (para sus trabajos) y a Uruguay (para visitar a su novio). “Si bien son estilos muy diferentes me gustan las dos”. Se confiesa fanática del MotoGP, “Valentino es lo más”; y reconoce “creo que salí pisterita”. “Me fascinan las sensaciones que transmite una moto. En Japón aprendí que los objetos tienen alma, entonces